Por Mariela Méndez
En los últimos años notamos que al iniciarse un nuevo ciclo lectivo, las escuelas públicas se ven afectadas por una agenda educativa que dista mucho de los tiempos reales que necesita una institución, en su organización interna, para la realización del trabajo administrativo, en un tiempo acorde sin tantas corridas.
Es sabido que la Ley Nº 25.864 establece el efectivo cumplimiento mínimo a un calendario escolar de 180 días de clases; los cuales son llevados adelante. Actualmente el calendario se extiende tanto que se empiezan las clases un 27 de febrero terminando un 20 de diciembre.
El análisis de esto debiera ser consciente porque están en juego los chicos y los adultos involucrados. Cada uno con sus trabajos a cumplir desde el lugar que les corresponda.
Este año se torna muy particular porque desde la presentación del personal hasta el inicio de clases, en lo que respecta a este año lectivo, sólo hay seis días hábiles ajustadísimos.
Aquellos que en algún momento transitamos una escuela somos reflexivos de cómo corren los días y así todos, llevando adelante los compromisos y obligaciones, para brindarles una mejor calidad educativa y un espacio digno a los chicos, cuando se abran las puertas, ese primer día de clase, tan esperado por muchos.
Pero no podemos dejar de lado que desde el primer día de la presentación de todo el personal, el trabajo cae en una vorágine entre: el posible cambio de ese personal; la toma de posesión de los ganadores de concurso de traslado, readmisión, permutas y ascenso en cargos de conducción; cese de personal, pedido de personal por llamado a cargos jerárquicos y de base. Además partes de licencias médicas, reuniones de personal y/o equipos directivos con los respectivos supervisores, lineamientos de la planificación del año lectivo, trabajo institucional; toma de posesión de interinos y suplentes en cargos de conducción y de base; ratificación y reubicación de los alumnos inscriptos en las distintas instituciones; reunión institucional con los padres; nómina de comedor, entre otros. Asimismo el armado del edificio, las aulas y entre todo este movimiento estarán los docentes afectados con alumnos a Boletín Abierto y exámenes complementarios.
Estas y otras tantas actividades parecen no tenerse en cuenta cuando se arma la agenda educativa. Hay tiempos para todos y todo. Por eso estos interrogantes para reflexionar: ¿Es tan necesario empezar un fin de febrero las clases? ¿Adelantar unas merecidas vacaciones cuando se comienza a escuchar por los medios de comunicación el costo de la canasta escolar, ya para finales de enero? ¿En qué nos perjudica iniciarse el primer lunes de marzo? ¿Por qué no observamos en qué condiciones terminan los chicos, como el pasado 21 de diciembre? Recordemos que hubo Boletín Abierto después de las fiestas: ¿qué rendimiento buscamos en estas fechas?, entre otras cuestiones.
Es un debate que trae varias cosas aparejadas, que sólo genera cierto malestar entre la comunidad y un cansancio innecesario por parte de todos. Garantizar los días es vital, la Ley lo indica, pero la realidad social, física y climática también debiera estar contemplada. No es lo mismo estar en un espacio bien conservado, calefaccionado o climatizado según las temperaturas de esta Ciudad y llegar en condiciones óptimas para cada inicio y fin de un ciclo lectivo.
A todos los que hacemos una escuela digna, superemos estos momentos y disfrutemos de cada día con nuestros alumnos lo mejor que podamos. Somos PROFESIONALES DE LA EDUCACIÓN-DOCENTES que hacemos DOCENCIA en las aulas bajo cualquier inconveniente.
¡Excelente inicio!
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