Periódico Nro.7 Año II Mayo-Junio 2013


EDITORIAL . Día del Barrio



En 1580 desembarca en la zona próxima a lo que ocupa Paza de Mayo, Juan de Garay con el propósito de fundar una ciudad a la que denominó  “Trinidad”.
Los responsables de las fundaciones debían cumplir con determinadas reglas indicadas en las Leyes de Indias. Entre otras cosas decía que las calles debían ser rectas, anchas y las manzanas cuadradas. Este trazado rodeado por murallas, reservaba un área para el crecimiento de la ciudad. A continuación las tierras dedicadas al pastoreo para el abastecimiento. A ellas las destinadas a chacras, huertas, labranzas y ganado menor. Terminando con las estancias para la cría del ganado mayor.
La zona limitada por el Riachuelo y desde la actual avenida San Juan, incluyendo La Boca, Barracas, Patricios y Nueva Pompeya, se conoció como: “Pago del Riachuelo”. De allí se ingresaba al “Pago de la Matanza”; que ocupaba el oeste y sur de la ciudad. Abarcaba lo que hoy es: Almagro, Caballito, Parque Chacabuco, Nueva Pompeya, Villa Soldati, Flores, Floresta,  Lugano, Liniers, Mataderos y el actual partido de la Matanza, Morón y Merlo.
Los “pagos” eran lugares extensos, con poco vecindario. Fueron las primeras secciones en que se dividió la campaña.
Juan Diego Flores compró una extensa área a Mariana Fernández de Agüero en 1776. Flores fallece en 1801 quedando sus bienes  para su hijo. Para una mejor administración de esas tierras divide en cuarteles. En 1855 se formó el pueblo de Belgrano. Los partidos de  Flores y Belgrano limitaban con el Municipio de la ciudad. No se sabía con exactitud donde terminaba la ciudad y comenzaba la provincia.
El gobernador  Don Mariano  Saavedra, dictó un decreto  en 1865 fijando los límites con precisión y en 1867 se conocieron.
En 1887 se hace un plano que presenta a la Capital en todo el perímetro que le acordaba la Ley del 29 de septiembre de 1887.  Los límites noroeste, este y sur son naturales representados por los ríos Matanza, Riachuelo y el Río de la Plata. Los restantes son de carácter administrativo, la actual avenida General  Paz.
En 1888, la división se realiza teniendo en cuenta la marcación parroquial, la judicial, la del Registro Civil, la escolar, la municipal, la división electoral y política. Esas divisiones han llegado a nuestros días con algunas variantes. 
Después del año 1900 Buenos Aires va adquiriendo una fisonomía de tipo modernísimo de grandes aglomeraciones.
En 1968, por ordenanza municipal aparecen 46 barrios aunque en cada uno se hayan producido sub barrios. En 1972, la ordenanza municipal ajustó esa división administrativa, y corrigió algunos errores.
En una revisión sobre la formación de los barrios, resulta imposible reunirlos por fecha de aparición; tampoco por  semejanza. Cada uno es  distinto en su origen, en evolución y en acontecimientos. Los hay con mayor protagonismo. Los hay relativamente nuevos a los que hay que darles tiempo en su realización.
En la formación de los barrios del primitivo Pago de la Matanza, después pueblo de Flores, aparece  la división administrativa de la Ordenanza de 1968, ratificada en 1972.  
En 1903, el 15 de mayo se crea el parque con el nombre de “Chacabuco” en terrenos  ocupados por la fábrica de pólvora conocidos como el polvorín de Flores. En el 2003 se recuerda el centenario de esa fundación. Muchas instituciones del barrio se unen para organizar los festejos invitados por la “Junta de Estudios Históricos del Barrio de Parque Chacabuco”, estando presidida por el arquitecto Jorge S. Castaldi y el Dr. Mauro A. Fernández.
Entre las actividades celebratorias la mencionada Junta elabora un proyecto presentado a la Legislatura pidiendo establecer como el Día del Barrio de Parque Chacabuco el 15 de mayo en coincidencia con el día de la creación del parque. Proyecto aprobado el mismo mes. A partir del 2004 se recuerda el Día del barrio de Parque Chacabuco el 15 de mayo.

Grandes mitos tangueros El tango: ¿música marginal? Su aceptación social



Por Adrián Placenti
 

La historia del tango se ha escrito en torno a mitos, verdades de culto, impuestas y aceptadas por todos.
Lo cierto es que muchas de ellas son de dudosa veracidad o al menos muy cuestionables cuando hurgamos el pasado en busca de pruebas que las respalden.
Lejos de querer derribarlas, la idea es mostrar  una mirada menos conocida y reflexionar sobre las mismas.

Marquilla de cigarrillos “Tango” 
de los años 1900, 
época donde el tango sería   
marginal según “la historia oficial”

Una de la “verdades indiscutidas” es el origen marginal del tango y su aceptación como música “decente” en la segunda década del siglo XX.
Dicha afirmación surge de diversos antecedentes ligados a la aprobación que la “high society” le habría brindado al tango en determinado momento de comienzos del siglo XX. Hasta tanto, sentenciado por la propia “high society” (Lugones, Larreta), sería marginal, prostibulario, indecente.

Uno de esos sucesos sería la aceptación del tango por parte de la sociedad parisina, entre 1905 y 1918. Veamos. Alberto López Buchardo se instaló por esos años en París y fue quizás el primero en llevarlo. En 1907 el matrimonio Gobbi y Ángel Villoldo fueron a grabar a Paris enviados allí por Gath y Chaves. Poco después viajan varios bailarines como el “vasco” Aín, y  Enrique Saborido (autor de “La Morocha”, aunque a París fue como bailarín). También el pianista Carlos Flores (a partir de 1911). Es cierto, el tango gana los salones parisinos. Diversas revistas de la época testimonian dicha avanzada (PBT, el Diario de Santa Fe, La Nación)
Otro suceso, que consignaría un pasaporte de los estratos bajos a los altos, es un baile o concurso (hay confusión al respecto) que organizó el Barón De Marchi (italiano, pionero de la aviación, yerno de Julio A. Roca). La confusión es si organizó un baile en 1912 en el Palais de Glace o un concurso de tangos (composición musical) en el año 1913 en el Palace Teatre. (Este último con el apoyo de Sociedad Sportiva Argentina y donde al tango ganador se lo llamó American Cirque Excelsior). Pero más allá de dicha controversia, se insiste en que dicho suceso (cualquiera de los dos que fuera) abrió las puertas del tango a la sociedad porteña.
Mucho después, en el año 1959, se publica post mortem, “El tango en su etapa de música prohibida”, del escritor Sebastián Tallón, un ensayo literario tomado como verdad histórica..

Ahora bien, hay hechos constatables que se contradicen con la idea de una música marginal y no aceptada socialmente. Puntualizaré algunos:
1) Desde el año 1905 en adelante se registran (patentes comerciales) marcas de perfumes, cigarrillos, alimentos, muebles, bebidas, fármacos, trajes, con el nombre “Tango” ¿Quién lanzaría un producto llamándolo de una forma no aceptada por la sociedad? (Por ejemplo, fabricaron cigarrillos marca Tango, la Tabacalera Méndez de Andés en la Capital desde 1880 hasta 1911, y la Sociedad Tabacalera del Sur, en Provincia de Buenos Aires, en 1906.)
2) En cuanto a los discos comerciales (comienzos de la industria discográfica). En la primera década del siglo se grabaron unos 2400 discos (1000 de simple faz y 1400 de doble faz) De esos, 350 fueron tangos. Entre 1910 y 1920 se grabaron unos 5500 discos. 2500 fueron tangos. ¿Tiene sentido haberse grabado tantos discos de una música marginal? ¿Quién tenía un fonógrafo? Un disco oscilaba entre $ 2 y $ 6. Un gramófono entre $ 50 y $ 450 y una partitura entre $ 1 y $ 3.Un jornal entre $2  y $ 4.
3) Las bandas de música grabaron hasta 1914 unos 400 tangos. (La banda Real Militar de Londres en 1905, y de ahí en adelante, La Guardia Republicana de París, la famosísima “Sousa Band”,todos esto en el exterior; y en Buenos Aires, la de la Policía y la Banda Municipal entre tantas). Y las rondallas grabaron unos 400 discos sobre un total de 900 registros. ¿Dónde tocaban las bandas? ¿En las afueras de las ciudades, en los ambientes marginales? No, evidentemente. Las bandas musicales (formación musical basada en instrumentos de vientos, de tradición europea) ejecutaban sus obras los fines de semana en las plazas, en actos oficiales, en fiestas populares, para toda la familia …o sea , que la inclusión de tangos en el repertorio de las bandas (que incluye además arias de óperas, himnos, etc.) supone inevitablemente  por un lado la aceptación del género por una amplia franja de la sociedad como a sus vez un trabajo especializado de músicos académicos en la confección del arreglo musical, arreglo que tocarán los músicos de la banda. (¿Y la marginalidad?, a un margen.)
4) En cuanto a lugares donde se bailaban estos tangos, en el año 1893, en el teatro Onrubia de la ciudad de Buenos Aires (el primero en tener entrada para coches) se hicieron tangos del maestro Alfredo Bevilacqua en los bailes de carnaval. Antes de 1900 y entrado el siglo XX también se bailó en el teatro Ópera (el teatro más selecto, hasta la inauguración del nuevo teatro Colón, en 1908), siendo el director de la orquesta Héctor       Bellucci. Y aunque pudieran tener alguna característica musical un poco distinta, la inclusión de tangos en los sainetes criollos es anterior aún. (De Abdón Arosteguy, “Julián Giménez” en 1891; de Soria y Reynoso “Justicia criolla” en 1897; “Ensalada criolla” de De María y García Lalanne en 1898.)
5) En cuanto a los músicos que lo practicaban, en sus comienzos, a diferencia de lo que habitualmente circula, tenemos gran cantidad de académicos, directores de orquesta. Ernesto Drangosch, Francisco Hargreaves, Alfredo Bevilacqua, Posadas, Rosendo y la lista es larguísima.


Todos estos datos nos llevan a reflexionar acerca del lugar que ocupaba realmente en la sociedad el tango, por lo menos, a partir de 1880-90, donde pareciera ya haber estado aceptado por una amplia franja de la misma, mitos al      margen.





El pacará de Segurola, lugar para la historia

Por Horacio Galacho

Los vecinos del barrio saben que en la esquina de Baldomero    Fernández Moreno y Puán hay una plazoleta donde crece un famoso pacará o timbó que se proyecta sobre la vereda. Este árbol proviene de las semillas de otro que, en el mismo lugar, cobijó al canónigo Saturnino Segurola (1776-1854), cuando se ocupaba de aplicar la vacuna antivariólica a la población de la zona.

Esta es una interesante tradición que es puerta de entrada a no menos de tres historias: la del propio pacará, la del cura benefactor del barrio y la de la vacuna. Hoy analizaremos esta última para dedicarnos en una próxima nota a la vida y la obra del destacado sacerdote.
La viruela era para fines del siglo XVIII una enfermedad de cada vez mayor difusión. Esto se debía a que la población del mundo estaba creciendo mucho más que antes y las medidas necesarias para la conservación de la salud pública aún no habían comenzado a aplicarse. La viruela afectaba a todos los niveles sociales, tanto a los que vivían en las urbes como en el campo y tanto a los blancos como a los negros y (más que a los demás) a los indígenas. Se manifestaba con fiebre alta y con una erupción en todo el cuerpo que derivaba en pústulas que al evolucionar generaba llagas y costras que finalmente se caían. El 30% de los enfermos moría y los sobrevivientes quedaban marcados por el resto de sus vidas con las cicatrices que dejaban las pústulas.
En el Río de la Plata las epidemias de viruela eran tan frecuentes como en cualquier otra parte. En los años anteriores a la intervención de Segurola y sus colegas el mal había asolado a la población en 1774, 1780, 1792 y 1794. En esta última, una de sus víctimas fue el joven Mariano Moreno (había nacido en 1778), desde entonces reconocido como “picado de viruelas”. Pero como solía suceder en esta época de medicina rudimentaria no sería esta la única afección que sufriría en su corta vida. Pocos años después el reumatismo dañó su corazón, y cuando subió al barco donde moriría (¿asesinado?),ya sus probabilidades de supervivencia eran muy reducidas.
En esos tiempos el pobre arsenal médico contaba, sin embargo, con un procedimiento preventivo contra la viruela que se conoce como variolización. Ésta  consistía en tomar muestras del contenido de las pústulas de los infectados e inocularlas a personas sanas que, entonces eran afectadas por una forma benigna de la enfermedad. Esta práctica de origen oriental y milenario fue introducida desde Turquía en la aristocracia británica hacia 1718 y para la segunda mitad del siglo XVIII ya estaba difundida por todo el mundo. Hay referencias sobre su aplicación en América: México, Perú, Chile y aún el Río de la Plata.
Al borde del nuevo siglo surgió el aporte de Eduardo Jenner (1749-1823) un médico rural del condado de Gloucester, Inglaterra. Jenner observó que los campesinos que se habían contagiado la viruela que afectaba a las vacas (similar a la humana, aunque no es la misma), sufrían la afección de manera benigna y no contraían posteriormente la enfermedad. En 1796 corroboró esto tomando material de las pústulas de una granjera infectada por la viruela bovina e inoculándoselo a un niño de 8 años. A la semana el chico sólo presentó algunos malestares y cuando unos días después le inoculó viruela humana, no desarrolló la enfermedad.
Fue una experiencia de una audacia que hoy no se permitiría a ningún investigador, pero nada comparada con lo que implicaba la práctica de la variolización. Por lo demás, tanto en la vacunación de Jenner como en la variolización se trataba de aplicar conclusiones que resultaban de la práctica cotidiana. Faltaban ochenta años para que Pasteur descubriera que las enfermedades son producidas por microorganismos y mucho más para establecer la existencia de los virus como el que causa la viruela.
En las vacunaciones posteriores no faltaron los fracasos y la trágica pérdida de vidas; además, la academia científica británica conocida como Royal Society rechazó la idea, el público se mostró reticente y la prensa le dedicó caricaturas y burlas. Sin embargo, la vacuna se extendió por toda Inglaterra y el resto de Europa impulsada por el propio Jenner y por otros médicos amigos y competidores que abrazaron la causa de la vacuna llevados por sentimientos humanitarias o por ambiciones personales. En cada caso se intentaron diversas modificaciones al procedimiento y se hicieron ensayos para comprobar si las vacunas elaboradas con las vacas locales tenían las mismas propiedades que las británicas.
Este fue  el comienzo del camino que llevó los virus vacunos de la lejana Gloucester hasta la sombra de un árbol de Parque Chacabuco.

 

Leer para vivir. Día internacional del libro y del derecho de autor


Por Leo Red

Con el lema: Leer para vivir, se dio apertura el 23 de abril al Día Internacional del libro y del derecho del autor. Conmemoración  que se celebra cada año en todo el mundo a fin de fomentar la lectura, la industria editorial y la protección  de la propiedad intelectual por medio del derecho del autor. Este año, la ciudad de Bangkok (Tailandia) fue nominada la “Capital Mundial del Libro” unánimemente elegida por las principales entidades de la industria del libro.
¡Un poco de historia! La celebración del día del libro se remonta a principio de siglo, más precisamente en 1930. El 23 de abril fallecían: Miguel de Cervantes Saavedra, William Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega, grandes escritores de la literatura universal. Pero también un 23 de abril nacieron otros eminentes escritores como: Maurice Druon, Vladimir Nabokov y Manuel Mejías de la Vallejo. Por ese motivo es una fecha tan especial para  la literatura que fue elegida por la UNESCO  como el Día Mundial del Libro, con el objetivo de rendir homenaje internacional al libro y a sus autores. En nuestro país el 23 de abril coincide con la celebración del Día del Idioma en honor al escritor Miguel de Cervantes Saavedra, quien gracias a su famoso libro “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha” ayudó a la expansión del idioma español en todo el mundo. Este evento del idioma es una iniciativa del Instituto Cervantes para celebrar la importancia del español como lengua internacional, que ya cuenta con más de 450 millones de hispanohablantes en el mundo. El Día del Idioma Español tiene su origen en el año1926, cuando el escritor valenciano Vicente Clavel Andrés propuso la idea de un día especial para celebrar la literatura. La tradición comenzó en Valencia y se diseminó gradualmente en toda España.
Nuestro idioma, al igual que otros, representa no solo el lugar común donde vivimos, sino que refleja nuestra identidad lingüística, la cultura y las costumbres que nos hacen un país singular del resto de los demás. Son muy acertadas las palabras de  Lucila Castro al decir : En una época en que todos usan jeans y toman Coca-Cola, en una época en que el inglés se ha convertido en la lengua dominante y otras están en vías de desaparecer, la cuestión de la identidad lingüística no es una cuestión menor. Preservar el idioma español en un mundo globalizado es la tarea e iniciativa de  todos nosotros, especialmente de las Academias de la lengua de cada país, instituciones educativas, bibliotecas públicas  y privadas, organizaciones no gubernamentales y medios de comunicación de las políticas de gobierno. Por ser un día tan especial y el cumpleaños de nuestro propio idioma qué mejor que regalar un libro a quien deseamos para fomentar el placer por la lectura, ya sean nuestros hijos, ya nuestros amigos, ya sean nuestros parientes. No es fácil la tarea, pero unos buenos consejos para lograr el objetivo valdrían más que la propia inanición mental. He aquí algunas sugerencias para celebrar el Día del libro y del Idioma:
Comparte con tus conocidos tus autores favoritos.
Fomenta en tus hijos el hábito de la lectura, leyéndoles cuentos infantiles propios de su edad.
La Feria del libro es una oportunidad para que chicos, jóvenes y adultos tengan contacto con reconocidos escritores locales e internacionales. Así como la posibilidad de interactuar en talleres de narración o debates literarios.
Aprovecha esta ocasión para descubrir otros autores a los que normalmente lees, escritores asiáticos, de la India o del África.
Puedes organizar en casa, en el café de tu barrio o en el centro vecinal: clubes de lectura o charlas con escritores conocidos de la zona.
Nunca tires un libro, es un amigo en la soledad. Donarlo a una biblioteca o en la escuela más cercana es lo recomendable.
Y para los osados, deja un libro en un banco de tu plaza, en el asiento del tren o subte con una nota que rece:

Feliz Día del libro.