Por Adrián Placenti
La historia del tango se ha escrito en torno a mitos, verdades de culto, impuestas y aceptadas por todos.
Lo cierto es que muchas de ellas son de dudosa veracidad o al menos muy cuestionables cuando hurgamos el pasado en busca de pruebas que las respalden.
Lejos de querer derribarlas, la idea es mostrar una mirada menos conocida y reflexionar sobre las mismas.
Marquilla de cigarrillos “Tango”
de los años 1900,
época donde el tango sería
marginal según “la historia oficial”
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Una de la “verdades indiscutidas” es el origen marginal del tango y su aceptación como música “decente” en la segunda década del siglo XX.
Dicha afirmación surge de diversos antecedentes ligados a la aprobación que la “high society” le habría brindado al tango en determinado momento de comienzos del siglo XX. Hasta tanto, sentenciado por la propia “high society” (Lugones, Larreta), sería marginal, prostibulario, indecente.
Uno de esos sucesos sería la aceptación del tango por parte de la sociedad parisina, entre 1905 y 1918. Veamos. Alberto López Buchardo se instaló por esos años en París y fue quizás el primero en llevarlo. En 1907 el matrimonio Gobbi y Ángel Villoldo fueron a grabar a Paris enviados allí por Gath y Chaves. Poco después viajan varios bailarines como el “vasco” Aín, y Enrique Saborido (autor de “La Morocha”, aunque a París fue como bailarín). También el pianista Carlos Flores (a partir de 1911). Es cierto, el tango gana los salones parisinos. Diversas revistas de la época testimonian dicha avanzada (PBT, el Diario de Santa Fe, La Nación)
Otro suceso, que consignaría un pasaporte de los estratos bajos a los altos, es un baile o concurso (hay confusión al respecto) que organizó el Barón De Marchi (italiano, pionero de la aviación, yerno de Julio A. Roca). La confusión es si organizó un baile en 1912 en el Palais de Glace o un concurso de tangos (composición musical) en el año 1913 en el Palace Teatre. (Este último con el apoyo de Sociedad Sportiva Argentina y donde al tango ganador se lo llamó American Cirque Excelsior). Pero más allá de dicha controversia, se insiste en que dicho suceso (cualquiera de los dos que fuera) abrió las puertas del tango a la sociedad porteña.
Mucho después, en el año 1959, se publica post mortem, “El tango en su etapa de música prohibida”, del escritor Sebastián Tallón, un ensayo literario tomado como verdad histórica..
Ahora bien, hay hechos constatables que se contradicen con la idea de una música marginal y no aceptada socialmente. Puntualizaré algunos:
1) Desde el año 1905 en adelante se registran (patentes comerciales) marcas de perfumes, cigarrillos, alimentos, muebles, bebidas, fármacos, trajes, con el nombre “Tango” ¿Quién lanzaría un producto llamándolo de una forma no aceptada por la sociedad? (Por ejemplo, fabricaron cigarrillos marca Tango, la Tabacalera Méndez de Andés en la Capital desde 1880 hasta 1911, y la Sociedad Tabacalera del Sur, en Provincia de Buenos Aires, en 1906.)
2) En cuanto a los discos comerciales (comienzos de la industria discográfica). En la primera década del siglo se grabaron unos 2400 discos (1000 de simple faz y 1400 de doble faz) De esos, 350 fueron tangos. Entre 1910 y 1920 se grabaron unos 5500 discos. 2500 fueron tangos. ¿Tiene sentido haberse grabado tantos discos de una música marginal? ¿Quién tenía un fonógrafo? Un disco oscilaba entre $ 2 y $ 6. Un gramófono entre $ 50 y $ 450 y una partitura entre $ 1 y $ 3.Un jornal entre $2 y $ 4.
3) Las bandas de música grabaron hasta 1914 unos 400 tangos. (La banda Real Militar de Londres en 1905, y de ahí en adelante, La Guardia Republicana de París, la famosísima “Sousa Band”,todos esto en el exterior; y en Buenos Aires, la de la Policía y la Banda Municipal entre tantas). Y las rondallas grabaron unos 400 discos sobre un total de 900 registros. ¿Dónde tocaban las bandas? ¿En las afueras de las ciudades, en los ambientes marginales? No, evidentemente. Las bandas musicales (formación musical basada en instrumentos de vientos, de tradición europea) ejecutaban sus obras los fines de semana en las plazas, en actos oficiales, en fiestas populares, para toda la familia …o sea , que la inclusión de tangos en el repertorio de las bandas (que incluye además arias de óperas, himnos, etc.) supone inevitablemente por un lado la aceptación del género por una amplia franja de la sociedad como a sus vez un trabajo especializado de músicos académicos en la confección del arreglo musical, arreglo que tocarán los músicos de la banda. (¿Y la marginalidad?, a un margen.)
4) En cuanto a lugares donde se bailaban estos tangos, en el año 1893, en el teatro Onrubia de la ciudad de Buenos Aires (el primero en tener entrada para coches) se hicieron tangos del maestro Alfredo Bevilacqua en los bailes de carnaval. Antes de 1900 y entrado el siglo XX también se bailó en el teatro Ópera (el teatro más selecto, hasta la inauguración del nuevo teatro Colón, en 1908), siendo el director de la orquesta Héctor Bellucci. Y aunque pudieran tener alguna característica musical un poco distinta, la inclusión de tangos en los sainetes criollos es anterior aún. (De Abdón Arosteguy, “Julián Giménez” en 1891; de Soria y Reynoso “Justicia criolla” en 1897; “Ensalada criolla” de De María y García Lalanne en 1898.)
5) En cuanto a los músicos que lo practicaban, en sus comienzos, a diferencia de lo que habitualmente circula, tenemos gran cantidad de académicos, directores de orquesta. Ernesto Drangosch, Francisco Hargreaves, Alfredo Bevilacqua, Posadas, Rosendo y la lista es larguísima.
Todos estos datos nos llevan a reflexionar acerca del lugar que ocupaba realmente en la sociedad el tango, por lo menos, a partir de 1880-90, donde pareciera ya haber estado aceptado por una amplia franja de la misma, mitos al margen.
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